Hablar sobre lo políticamente incorrecto parece hoy en día patrimonio exclusivo de la derecha. Sin embargo, todavía podemos recordar afortunadamente la transgresión punk, que aunque fruto de la lógica capitalista, tomaba el espíritu rebelde de las vanguardias Dadaístas.
También enmarcada dentro de la lógica capitalística, convirtiendo en producto satírico lo rebelde, podría ser descrita la exposición de "Non Government Art - Erste Jahresschau der Wiener Antisten" o "Arte no gubernamental- Primera muestra de los Antistas Vieneses". Sobre si vivimos o no en una sociedad que busca la solución a sus problemas hipócritamente, a través simplemente de la limitación del lenguaje polémico, es un debate que dejamos a los politólogos. En lo que si que nos hace reflexionar esta exposición, dentro del territorio de lo políticamente artístico, que es diferente de la política general, les guste a algunos o nó, es la deriva que ha tomado lo políticamente activo en la cultura.
De las vanguardias clásicas de principios del siglo XX hasta casi los dos miles, la carrera de la innovación formal por un lado y la conceptualización casi lingüística del arte visual por otro, marcaban la tendencia del arte progresivo y político. Sin embargo, últimamente la influencia de un arte más callejero como las obras de Banski y el movimiento grafitero en general, la influencia del cómic y las novelas gráficas, están haciendo que expresiones artísticas que formalmente siguen siendo relativamente conservadoras, desarrollen una reactividad superior al de otras obras consideradas habitualmente más políticas. Al fin y al cabo, son las viñetas humorísticas las que producen reacciones violentas en la población por un lado y por otro, este tipo de obras permiten una traducción mas completa y eficaz a través de lo que ya se esta convirtiendo en el verdadero campo de batalla, las herramientas asociales y el espacio de inconvivencia de lo digital.
El rotulo que había en una de las paredes de la exposición la exposición se podría interpretar como crítica de lo que se ha convertido en la paradoja de la vanguardia del arte político, donde cada vez más los proyectos acaban siendo financiados por los estados a los que ellos mismos critican, lo que les convierte de forma contradictoria en la mejor herramienta de márqueting estatal, que queda legitimado como democrático y liberal. Cabría sin embargo preguntarse cual es la alternativa privada en una sociedad bajo la dictadura de conglomerados de empresas a las que sirven los poderes públicos y en la que somos nosotros, los ciudadanos, el verdadero producto digital. Con esto me pregunto si hoy en día el verdadero villano es nuestro ya obsoleto concepto de estado.
En esta exposición sin embargo se incorporan además dos conceptos que hacen de ella algo más interesante que lo puramente visual. Para empezar de alguna forma, este es el clavo de oro "de veinticuatro quilates", que como remarcaba Lukas Pusch, serviría como único punto en común donde colgar todas las obras de la exposición. Y es que las obras más que estar colgadas, son incluidas en una intervención en el que cada obra es individualmente presentada y paseada entre los espectadores, que solo pueden verla durante un cierto tiempo. La voz de tenor de Pusch, canta las alabanzas de cada una de las obras y de los autores en una escena a mitad entre pase de modelos y acto circense. Y es que esta es una exposición colectiva de artistas de diferentes países e incluso diferentes épocas, por no hablar de que incluye la obra de Lukas mismo. Lo que no puede de dejar de impregnarlo todo con un aire satírico, que uno no puede más que agradecer. Porque quien no odia los interminables e insulsos discursos que pueblan los comienzos de las exposiciones Vienesas. Muchas veces leídos por los burócratas de la cultura y acompañados por unos artistas títere, que no hacen más que añadir una o dos palabras. Como si por algún misterio de la historia, a los artistas se les hubiese escamoteado el discurso.
Por mas que todos sepamos que algunos de los textos más influyentes del arte occidental han sido escritos por artistas, desde Vasari mismo hasta Paul Klee o Wassily Kandinsky, se insiste en el mito romántico del artista demasiado poseído por lo inefable para encontrar las palabras adecuadas. Y es que la palabra del artista tiene algo que la palabra de los administradores artísticos, los críticos o los historiadores de arte no tienen. Esa pasión que la práctica del cuerpo en lo artístico transmite. Esto es algo que uno podía experimentar esta vez en el discurso de Lukas, una pasión por el dibujo, la pintura y la obra gráfica en general, que transmite en el espectador el deseo de hacer algo él mismo. Esta es quizá la diferencia que marca este tipo de discurso. Mientras que la palabra del crítico lleva a la reflexión y por lo tanto en un ultimo termino a la inactividad, la palabra del artista lleva habitualmente a la acción y a lo hedónico.
El efecto de este aspecto performartivo implicaba que por una vez se podía estar en una exposición en la que uno podía oír hablar de arte. Porque no nos engañemos, los espacios de las galerías se acaban convirtiendo una vez si y otra también, en un acto social tan distante de lo artístico como los peces abisales de las costas turísticas. Otro factor que realza el aspecto personal, corporal y háptico de la exposición es que después de esta inauguración el publico que venga a verla es invitado a experimentar y tocar cada una de las obras individualmente. Esto quizá aumente el aspecto fetichizante de las obras gráficas, algo que aunque pueda ser reducido a la lógica comercial o la cháchara psicologizante puede también ser experimentado bajo una lógica corporal y biopolítica más profunda.
Por eso, aunque esta exposición no deja de ser una especie de automitoligización satírica de lo artístico, enmarcable si se quiere en el márqueting de la venta, a cambio, ofrece una experiencia sincera que solo la mas genuina de las mentiras puede ofrecer.
Galeria Knoll, Non Government Art - Erste Jahresschau der Wiener Antisten